Estas rodando en piso mojado y en un cruce se atraviesa un carro que no marco parada. Tu primera reacción es frenar lo más duro que puedas con tan mala suerte que bloqueas la rueda delantera y se produce lo inevitable, la caída. Luego de esto queda la psicosis y cada vez que tienes que frenar duro te mueres del susto. Luego de un tiempo alguien te ayuda a analizar lo que pasó y te das cuenta que al frenar solo usaste el freno delantero y al ejercer demasiada presión sobre él se bloqueo la llanta perdiendo adherencia. Luego ese alguien te explica que si bien el freno delantero es el que detiene la moto el freno trasero le ayuda a mantener el control y que por esto la mejor manera de frenar es dosificar al mismo tiempo ambos frenos para que ninguno de los dos se bloquee logrando un compromiso entre la estabilidad durante el frenado y la adherencia que te permita detenerte en el menor tiempo posible. Después de esta breve teoría más la práctica de las siguientes veces que te pasaron situaciones parecidas hizo que rodaras más tranquilo y relajado. Teoría más experiencia es la clave de una conducción segura
